Ahora puedo decir con conocimiento de causa

por qué están tan sucios siempre los baños de mujeres de la FADU:

presencié la metodología de limpieza del personal a cargo de la misma, y consiste en lo siguiente:
paso 1) vaciado de cestos
paso 2) utilización de desodorante de ambientes (aerosol)
paso 3) no hay paso 3).

Hay dos tipos de porteños:

- los que corren para cruzar toda la Av. 9 de Julio en un solo cambio de semáforo

- y los que sabemos que llegamos caminando a paso tranqui, escuchando el mp3, y disfrutando el viento en la cara, si cruzamos con el color incorrecto de semáforo el primer tramo (altura Av. Belgrano, en dirección hacia el bajo); llegamos a poner un piecito en la calle del segundo tramo cuando cambia el semáforo (a favor nuestro, obvio) y especulamos con la posibilidad del cruce del último tramo gracias a los autos que quedaron atravesados cuando se les cortó "la onda verde".


Ser porteño/a es todo un arte, bien se sabe.

Te das cuenta que no sabés cocinar cuando

- te enterás, a tu tierna edad de 23 años, (y te sorprende) que existe la palabra "microondear",

- en tu heladera no queda más espacio para imanes de delivery. Ni en el termotanque y los costados de las repisas. Y obvio, también tenés un montón de folletos al lado del teléfono,

- descubrís, de una manera no teórica, que los huevos duros explotan en el mencionado microondas,

y no solo eso, los platos de plástico desarrollan burbujas que luego (sí sí, también) explotan.


Me siento como Homero en ese capítulo donde intenta cocinar y todo se prende fuego.